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La imaginación vale oro. Gracias a su buena memoria y espléndida imaginación, mamá oso y su osezno han podido disfrutar del circo desde afuera. Pero como ocurre casi siempre en los cuentos, no falta el astuto que quiere sacar provecho: el zorro pretende cobrar el importe de los boletos, aunque los osos no entraron. ¡Ay, zorro!, ¡no contabas con el ingenio de papá oso y te llevaste tu merecido!