La magia del carnaval se mantiene viva y, en los días de fiesta en la ciudad italiana de Venecia, los confines de la historia y de la realidad se hacen sutiles, tanto que no es descabellado pensar que algún personaje del siglo XVIII se pasee por los canales y lleve consigo no sólo el hechizo y la elegancia de otra época, sino también las artes de una bruja cruel e inmortal.