
Gracias a su buena memoria y espléndida imaginación, mamá oso y su osezno han podido disfrutar del circo... desde afuera. Pero como ocurre casi siempre en los cuentos, no falta el astuto que quiere sacar provecho: el zorro pretende cobrar el importe de los boletos, aunque los osos no entraron. ¡Ay, zorro!, ¡no contabas con el ingenio de papá oso!